Ayer, en la Pascua Somasca, se vivió una conmovedora celebración del Viernes Santo, marcada por momentos de profunda reflexión y gestos simbólicos cargados de significado. Desde la oración hasta el viacrucis y la adoración, cada actividad estuvo diseñada para llevar a los participantes a un encuentro íntimo con el sacrificio y el amor de Cristo.
La jornada comenzó con una oración que recordaba el amor extremo de Dios, representado en el sacrificio de Jesucristo en la cruz. Se destacó cómo, a pesar de las apariencias de fracaso, la muerte de Jesús llevó consigo una victoria total, abriendo el camino hacia la vida y la salvación para todos los creyentes.
La dinámica del viacrucis permitió a los participantes caminar junto a Cristo en su camino hacia la crucifixión, reflexionando sobre el sufrimiento humano y el amor redentor de Dios. Se invitó a cargar con los propios errores y a encontrar sentido en la aceptación de uno mismo y de los demás.
Uno de los momentos más impactantes fue el gesto de adoración, donde se distribuyeron post-its de colores para que los participantes escribieran sus cargas y pesares, y los pegaran en una representación de Jesús crucificado. Este gesto simbolizó la identificación personal con el sufrimiento de Cristo y la toma de conciencia de nuestras propias acciones y responsabilidades.
En resumen, la celebración del Viernes Santo en la Pascua Somasca fue una experiencia profunda de encuentro espiritual y reflexión sobre el sacrificio de Jesucristo. Los participantes fueron invitados a sumergirse en el misterio de la cruz y a renovar su compromiso con una vida de amor y redención.